martes, 2 de junio de 2020

Ganadora categoría 3



Título: Silencio                         Tamara Cabral   Berrotarán
Es martes primero de mayo y aprovechando el feriado nacional, decido ir a casa de mi madre a ayudarla, porque fiel a sus costumbres, los días soleados son de limpieza general. Decido encargarme, del que en algún momento fue mi cuarto, y en medio de la limpieza profunda me encontré revisando el cajón de mi mesa de luz, que había permanecido cerrado todo este tiempo, desde que me mude de casa.
Me sentí emocionada con cada elemento que iba encontrando, algunos me traían recuerdos y otros no sabía porque estaban allí, pero estaban, como la rosa seca que encontré dentro de mi diario íntimo, la cual me trasladó automáticamente a esa noche de verano donde la cortaste para mí, robándola del patio de un vecino del pueblo.
Me parece raro, porque hasta hacia diez minutos esa escena estaba totalmente olvidada para mí, pero ahora si cierro los ojos puedo recordar ese momento con exactitud, casi como si en lugar de esta rosa, tuviese en mis manos una fotografía impresa de ese instante. Llevabas un jeans azul oscuro y una remera blanca, que según decías era tu favorita, porque te la había obsequiado el día de tu cumpleaños.
Y empiezo a reírme por dentro de lo loco que es el destino, porque hace dos semanas, y después de haber pasado trece años sin saber de vos, me escribiste un “hola, necesito preguntarte algo”. No tuve la intención, ni el coraje de contestarte. Pero si lo hubiese hecho, me hubiese gustado preguntarte sobre tu vida, si te recibiste, si compraste el auto que tanto te gusta o si encontraste a tu verdadero amor.
            Me hubiese gustado contarte que por fin logré conseguir el trabajo de mis sueños, que tengo una hija hermosa y un marido al que amo con locura.
También te diría que ya te perdoné, y que sí, que te amé con todas mis fuerzas, aunque mi amor nunca haya alcanzado para despejar tus dudas.
Quizás me atrevería a confesarte, que antes de alcanzar esta felicidad en la que hoy me encuentro, te lloré cientos de noches y te busqué en varias personas con lo que me relacioné; que pensé miles de veces en escribirte, pero luego mi voz interior me recordaba que no debía hacerlo, y como supondrás, siempre la escuché.
Tal vez también te podría decir que te maldije por no poder olvidarme de vos, y como éstas, muchas situaciones más. Te contaría que durante todo ese tiempo, en mi cabeza resonaba una frase que leí en uno de los tantos libros que conforman mi extensa biblioteca: “Hay un te extraño que no se dice. Ese que respeta la felicidad del que ya no está con vos” pero yo no te extraño, o quizás sí, pero estoy segura que no quiero que vuelvas. Aun así hago este escrito, por si el destino, que tanto se divierte con nosotros, te lo hace llegar, y quizás en mi relato encuentres la respuesta a tu pregunta.
 Porque de lo contrario, como ya lo sospecharás, solo vas a obtener de mi parte, como respuesta a tus preguntas, silencio.

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